La mayoría de las personas se suelen hacer esta pregunta. Muchas veces no sabemos si lo que nos pasa es algo normal, pasajero o deberíamos de verdad pedir ayuda.
Lo que es casi seguro es que intentamos muchas cosas antes de dar el paso. Normalmente se lo contamos a nuestras amistades, nos tomamos alguna caña para “pasar el trago” o decidimos irnos de compras para ver si el malestar se acaba pasando.
Es cierto que esas cosas nos ayudan a normalmente a calmarnos durante un rato, pero… y ¿después qué? La misma sensación de angustia vuelve a aparecer, ese desánimo coge nuevamente fuerza y las preocupaciones siguen invadiendo nuestros pensamientos.
Cuando ves que tienes un estado anímico más bajo de lo que es habitual en ti; sientes que note adaptas a la nueva ciudad en la que vives; tu nuevo trabajo no era para nada lo que esperabas; te agobia mucho la exigencia académica, tanto que casi ni duermes para poder estudiar; te das cuenta que ya no disfrutas con las cosas que antes te encantaban; tienes problemas con tu pareja que no sabes cómo solucionar o desde que tu hijo se ha ido a la universidad no dejas de llorar… Es momento de pedir ayuda.
Es decir, si de repente hay cambios en tu conducta y preocupaciones o tristeza que no se va, lo adecuado es acudir a un profesional de la psicología.
A veces nos da miedo dar el paso, yo sé que no es fácil. Pensar en contar nuestras intimidades a una extraña normalmente produce cierto pudor, pero una vez que das el paso te vas a dar cuenta la gran decisión que has tomado.
Ir al psicólogo significa tener un espacio semanal de autocuidado, donde el protagonismo lo tienes tú. Un lugar donde no va a haber juicios de valor sobre tus decisiones, vas a sentir aceptación y compresión además de apoyo.
Pero no solo eso, sino que también vas a poder adquirir herramientas que te van a ayudar a gestionar los problemas que tengas y poder afrontar tu vida con unas habilidades y un punto de vista nuevo y mejorado para ti.
Una amiga me decía, ¿por qué siempre hablas de gestionar las emociones y no de controlarlas? Si yo voy al psicólogo es porque quiero que me enseñe a controlarlas. Quizá estés de acuerdo con mi amiga.
La RAE (Real Academia Española) define el control como: dominio, mando, preponderancia. En la terapia no vamos a aprender a dominar a las emociones, no van a aparecer cuando nosotros queramos ni a marcharse cuando nos venga bien. Al contrario, tenemos que “hacernos sus amigos” entender por qué aparecen y aprender a gestionarlas, es decir darles su espacio, escucharlas y colocarlas en su lugar.
Este es uno de los principales objetivos de la terapia que se irá consiguiendo poco a poco y con la experta guía de la psicóloga.
Si has leído estas palabras, es porque algo en ti ha resonado al ver el título. Que bien tener la iniciativa de mejorar. Eso siempre es bueno. A la vez hay otra parte en ti que no se decide a dar el paso, es la parte más resistente al cambio.
¿A cuál vas a hacer caso? Yo considero que, si siempre hacemos lo mismo, obtendremos los mismos resultados, ¿no crees? Si te decides a dar el paso, ¡felicidades! Un nuevo mundo se descubrirá ante tus ojos.
Si por el contrario decides que no es tu momento, no te preocupes, tomarás la decisión cuando tu proceso personal te lleve hasta ese punto.
Para cualquier pregunta que tengas, no dudes en consultarme.